jueves, 22 de agosto de 2013

Un día en las carreras


     Este verano me he acercado a Sanlúcar de Barrameda para ver el segundo ciclo de las carreras de caballos sobre la playa, del 15 al 17 de agosto.
    Cada día se disputan cuatro carreras y la última, la que empieza a las nueve de la noche, es la más plástica por la luz dorada que tiñe el ambiente, aunque lógicamente exige subir la sensibilidad a la cámara.



Las carreras

     Las carreras tienen la salida de la playa Bajo de Guía y la meta en la playa de La Pileta. Los espectadores siempre ven llegar a los participantes desde la izquierda y la carrera desde la derecha.
        La inmensa mayoría del público se concentra en la playa y unos pocos pagan por acceder a las tribunas que se colocan en la zona de meta. Aquí, las carreras sirven también como excusa para celebrar fiestas de sociedad después de la competición. Por la mañana, los barrenderos recogen los restos del botellón que se celebra en las inmediaciones,



Los preparativos

     Como cualquier carrera en directo, el espectáculo apenas se disfruta unos segundos. Pero los minutos se viven con mucha intensidad. Se ve pasar los caballos, dar vueltas antes de entrar en los cajones, se mira con expectación si se acerca o no la galopada.





  Las apuestas

      En los largos intervalos entre carrera y carrera, aquello es simplemente un día de playa, con gente entrando y saliendo del agua y muchas familias que colocan en la arena verdaderos vivacs para pasar el día.
     Una costumbre muy extendida es la de las apuestas de los niños. Los chiquillos instalan casetas de cartón y abren una casa  de apuestas con dinero de verdad. Ganará quien acierte qué caballo ha pasado primero por la raya que dibuja en la arena el dueño de la timba.




Los niños

    Como en tantos otros lugares, los niños son quienes mejor lo pasan, sobre todo en los cajomes desde donde salen los caballos. El ingenio se convierte en un juguete que nunca se cansan de explorar.




Los guardias

     Personajes omnipresentes son los guardias civiles. A caballo, en quad o andando, son los que se encargan de ordenar los tiempos. Los jinetes son requeridos muchas veces por niños y no niños para poder acariciar a las monturas y fotografiarse con ellas.



Los fotógrafos

    También son conspicuos los fotógrafos. Casi cada espectador es un fotógrafo con su móvil y su point and shot. Algunos otros llevan réflex y tienen pretensiones más altas, como ganar el premio que patrocina La Caixa.





El atardecer
 
     Los folletos turísticos venden el atardecer de Sanlúcar como el más bello del mundo. No sé si lo será, pero muchos lo creen posible y, cuando terminan las carreras, todo el paseo marítimo se llena de personas mirando hacia el horizonte, fotografiando o grabando el momento de ocultarse el sol.



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